En la mitología Inca ella es una diosa tipo «Madre Tierra», y una diosa de la fertilidad que preside la siembra y la cosecha, encarna las montañas y provoca terremotos. También es una deidad siempre presente e independiente que tiene su propio poder creativo para mantener la vida en esta tierra. Sus santuarios son rocas sagradas o los troncos de árboles legendarios, y los artistas la ven como una hembra adulta que lleva cosechas de papas y hojas de coca. Los cuatro principios cosmológicos quechuas: agua, tierra, sol y luna– reclaman a la Pachamama como su origen principal. Los sacerdotes sacrifican ofrendas de llamas, cuy (conejillos de indias) y prendas elaboradas, en miniatura y quemadas para ella. Pachamama es la madre de Inti, el dios del sol y Mama Killa, la diosa de la luna. Se dice que la Pachamama también es la esposa de Inti, su hijo.
Después de la colonización española de las Américas, los conquistadores forzaron a los nativos a adoptar el catolicismo romano. Debido al sincretismo religioso, la figura de la Virgen María se asoció a la de la Pachamama para muchos de los indígenas.

Historia de su culto
Los quechuas, los aymaras y otras etnias de la región andina realizan ancestrales ofrendas en su honor, sacrificando entre otras cosas camélidos para derramar su sangre. Entre otros objetos se ofrecen hojas de coca, conchas marinas mullu y sobre todo el feto de la llama, según una creencia para fertilizar la tierra sin que faltara jamás la cosecha. Este tipo de ofertorio suele llamarse en los Andes centromeridionales «corpachada».
La Pachamama, más las deidades Mallku y Amaru, conforman la trilogía de la percepción aimara sociedad-naturaleza; y sus cultos son las formas más antiguas de celebración que los aimaras realizan. Después de la conquista española y la llegada del Catolicismo, la figura de la Virgen María fue equiparada a la de la Pachamama por muchas de las comunidades indígenas.
Se mantiene y conserva el sistema de creencias y rituales relacionados con la Pachamama, practicada por las comunidades quechuas y aimaras, y otros grupos étnicos que han recibido la influencia quechua-aimara, en las áreas andinas de Bolivia, Ecuador, Perú y Chile y en el noroeste occidental de Argentina. A través de los migrantes, se ha hecho conocida en otros lugares, y se ha expandido a numerosas ciudades y grandes metrópolis modernas como Buenos Aires, por este motivo se puede ver que en tal ciudad (desde los años noventa) a gente que vuelca un poco del vino o la cerveza que está por beber diciendo: «Antes».



Rituales modernos
Pachamama y su hijo-esposo, Inti, son adorados como deidades benévolas en el área conocida como Tawantinsuyu. Tawantinsuyu es el nombre del antiguo Imperio Inca, y la región se extiende a través de las montañas andinas en lo que hoy es Bolivia, Ecuador, Chile, Perú y el noroeste de Argentina. La gente suele brindar un brindis en honor a la Pachamama antes de las reuniones y festividades. En algunas regiones, la gente realiza diariamente un tipo especial de libación conocida como challa. Derraman una pequeña cantidad de chicha en el suelo, para la diosa, y luego beben el resto.
Pachamama tiene un día de adoración especial llamado Martes de challa. La gente entierra comida, tira caramelos y quema incienso para agradecer a la Pachamama por sus cosechas. En algunos casos, los celebrantes ayudan a los sacerdotes tradicionales, conocidos como yatiris en aymara, a realizar ritos antiguos para traer buena suerte o la buena voluntad de la diosa, como sacrificar conejillos de indias o quemar fetos de llamas (aunque esto es raro hoy en día). El festival coincide con la festividad cristiana del martes de carnaval, también celebrada entre los católicos como Carnevale o Mardi Gras.
El ritual central de la Pachamama es la Challa o Pago (pago). Se lleva a cabo durante todo el mes de agosto, y en muchos lugares también el primer viernes de cada mes. Otras ceremonias se llevan a cabo en momentos especiales, como al salir de viaje o al pasar una Apacheta. Según Mario Rabey y Rodolfo Merlino, antropólogos argentinos que estudiaron la cultura andina desde la década de 1970 hasta la de 1990,


«El ritual más importante es el challaco. El challaco es una deformación de las palabras quechuas ‘ch’allay’ y ‘ch’allakuy’, que se refieren a la acción de rociar insistentemente. En el lenguaje actual de los campesinos del sur de los Andes Centrales, la palabra challar se usa en el sentido de «alimentar y dar de beber a la tierra». El challaco abarca una compleja serie de pasos rituales que comienzan en las viviendas familiares la noche anterior. Cocinan una comida especial, la tijtincha. La ceremonia culmina en un estanque o riachuelo, donde el pueblo ofrece una serie de homenajes a la Pachamama, que incluyen «alimentos, bebidas, hojas de coca y puros».
Rituales domésticos
Los rituales en honor a la Pachamama se llevan a cabo todo el año, pero son especialmente abundantes en agosto, justo antes de la temporada de siembra. Debido a que agosto es el mes más frío del invierno en el sur de los Andes, las personas se sienten más vulnerables a las enfermedades. Por tanto, agosto se considera un «mes complicado». Durante este tiempo, los andinos creen que deben estar en muy buenos términos con la naturaleza para mantenerse a sí mismos y a sus cultivos y ganado sanos y protegidos. Para hacer esto, las familias realizan rituales de limpieza quemando plantas, madera y otros artículos para asustar a los espíritus malignos, que se cree que son más abundantes en este momento. La gente también bebe mate (una bebida caliente sudamericana), que se cree que da buena suerte.
La noche anterior al 1 de agosto, las familias se preparan para honrar a la Pachamama cocinando toda la noche. El anfitrión de la reunión luego hace un agujero en el suelo. Si la tierra sale bien, significa que será un buen año; si no, el año no será abundante. Antes de que se permita comer a cualquiera de los invitados, el anfitrión debe entregar un plato de comida a la Pachamama. La comida que se dejó a un lado se vierte en el suelo y se recita una oración a la Pachamama.
Este día se recomienda realizar una limpieza general en nuestras casas y sahumar el hogar y lugar de trabajo con esencias como incienso, mirra y sándalo. Muchas personas acostumbran juntar toda la basura que haya en la casa y quemarla fuera de la casa junto al incienso o hierbas aromáticas. También hay otras tradiciones populares como beber por la mañana un vaso de caña con ruda para tener salud, justo antes de iniciar un mes frío.
Para Sahumar: cerrar bien puertas y ventanas de toda la casa/ local o el lugar a limpiar. Preparar mirra, almizcle, ruda, incienso en una ollita con carbón vegetal. Iniciar la Sahumada desde el fondo de la casa hasta la puerta. Si es de dos plantas; comenzamos desde arriba hacia abajo. Es fundamental la intención y el ánimo con el que sahumamos. Agradecer..bendecir…celebrar. Limpiar y dejar atras cualquier densidad que haya quedado de este invierno en la casa y en nosotros. Una vez sahumado todo el interior; esperar 10 minutos y aerear la casa. Abrir todas las puertas y ventanas. Se puede dejar palo santo quemando todo el día para cambiar el aroma y armonizar a quienes viven en la casa; incluyendo las mascotas.



Todo Agosto es propicio para sahumar pero el 1 de agosto se utiliza para que ingrese la energía de la primavera. Soltamos las energías del frío y nos preparamos para los tiempos más cálidos. Esta tradición de limpiar es una forma de agradecer a quién nos dio la vida: LA TIERRA. La intención es también el agradecimiento y el respeto hacia todo lo nutritivo que nos da la Tierra.
Además del sahumado de la vivienda, otro ritual consiste en deshacerse de ropa vieja que ya no utilicemos, donándola a quienes más lo necesiten.
QUE LOS HUMOS DE LA PACHAMAMA SE LLEVE TODO LO MALO Y QUE NUESTRA MADRE TIERRA NOS BENDIGA… QUE A NUESTRA CASA ENTRE SALUD Y PROSPERIDAD… QUE ASI SEA! BIENVENIDA PACHA!!!